La lenta agonía de las boticas rurales

Fuente: La Nueva España | Temática: Actualidad |

"La gente no valora el sacrificio de llevar este negocio", lamentan los propietarios, con descensos de hasta un 40% en las ventas

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Francisco López-Sela, en la botica de Santolaya.

La crisis y el despoblamiento están matando a las farmacias rurales. Lo dicen los titulares de boticas de Oriente a Occidente y también de la zona central. Hasta el momento, sólo una farmacia, la de Alles (Peñamellera Alta), ha comenzado a recibir las ayudas estipuladas por la Administración para aquellos negocios que se hallen en una situación de viabilidad económica comprometida. Además, otras 12 farmacias de la región están en el límite para cumplir unos requisitos previstos para aquellas oficinas cuyas ventas anuales totales no superen los 200.000 euros. Los responsables de los despachos farmacéuticos en Amieva, Tineo, Taramundi y Cabranes explican en estas líneas sus dificultades para sobrevivir.

Amieva y Ponga, una carrera en todo terreno pendiente de las guardias. Carmen González es titular desde hace 30 años de la farmacia de Santillán, en Amieva, y, desde 2007, del botiquín de San Xuan, en Ponga. Esta madrileña de 59 años eligió por voluntad propia ejercer su carrera en la montaña. Se casó en Amieva y allí se quedó hace tres decenios. Ni quiso ni quiera cambiar de aires, lo cual no es óbice para que vea con preocupación el futuro de las farmacias rurales: desde 2007 la facturación ha caído en su negocio un 30 por ciento. Y la cacareada recuperación no se ve por ningún lado en la zona rural.

Carmen González vive en Cangas de Onís, pero para ello ha tenido que pedir permiso, pues un farmacéutico no puede vivir a más de 15 minutos de su local, salvo con un permiso especial. Tiene los mismos gastos que un colega de Oviedo (sólo adaptarse a la receta electrónica le ha costado 1.000 euros), pero la población en Amieva no llega a los 800 habitantes. También paga exactamente lo mismo que una farmacia de Oviedo, Gijón o Avilés por la conexión a internet (todas las de Asturias están en red y funcionan con datos encriptados), pero ni hay fibra óptica, ni nada que se le parezca. En su caso, además, debe hacer cada día 36 kilómetros para acudir a San Xuan, donde también ha tenido que instalar ordenador, teléfono... Y se ha tenido que comprar un todo terreno, porque en cuanto llega la nieve los turismos no sirven en esa zona de la montaña oriental. Y aún hay más: "tenemos que pedir las vacaciones con tres meses de antelación".

"La gente depende mucho de ti", subraya. Es verdad. Tanto así que la mayoría de los vecinos preferirían que cerraran el Ayuntamiento, antes que la farmacia o el consultorio médico. La mayoría de la población tiene más de 65 años, así que la mayor parte de las ventas son medicamentos para personas mayores. Pero la receta electrónica perjudica a las farmacias rurales, porque muchos vecinos suelen aprovechar cuando acuden a realizar trámites a las villas y ciudades para comprar sus medicinas. También el hecho de que las consultas externas estén centralizadas en Arriondas afecta, pues muchos pacientes compran ya allí los medicamentos.

"Y luego están las guardias..." Marta González tuvo que solicitar la exención, porque las guardias médicas se realizan en Cangas de Onís, con lo que "era absurdo" estar abierta veinticuatro horas en Amieva. "Antes, cuando el consultorio estaba aquí, teníamos que estar veinticuatro horas, trescientos sesenta y cinco días al año disponibles. Y eso, ¿quien te lo paga? Porque los médicos sí cobran sus guardias, pero los farmacéuticos, no", subraya. De ahí su lamento: "la gente no valora el sacrificio personal que supone llevar una farmacia rural".

El trato personal, el valor de Gera (Tineo). Aranzazu Megido es desde el pasado mes de junio la titular de la farmacia rural situada en Gera, en el concejo de Tineo. Anteriormente había trabajado en farmacias de villas grandes como Cangas del Narcea y cuando se enteró de la posibilidad de coger la titularidad de la farmacia del pueblo tinetense no se lo pensó dos veces. "Vine a visitar el pueblo y me gustó, además me apasiona el trabajo de farmacia, así que me animé a emprender esta experiencia y estoy muy contenta", explica Megido.

Como todos los comienzos, la farmacéutica confiesa que "es duro y hay que trabajar mucho", pero asegura que en la farmacia rural "se puede vivir bien si se trabaja". La mañana es el momento en el que más clientela se concentra, puesto que es cuando el consultorio médico del pueblo está abierto. La media de clientes que puede tener al día la botica supera las 30 personas, una cifra que para la titular resulta positiva.

La farmacia no da servicio solo a la localidad de Gera, sino a buen número de pueblos que se sitúan a su alrededor y que tienen como centro de salud de referencia el de Gera. "Cuando llegué veía que cada día venía gente nueva y les preguntaba de qué pueblo eran y hasta pasados unos días no se comenzaron a repetir los nombres lo que me dio una idea de la cantidad de pueblos que dependen de esta farmacia", comenta. Megido asegura que nota que los vecinos de la zona valoran mucho contar con el servicio de farmacia cerca. "Van a Cangas o a Tineo a hacer las compras pero todo lo referente a la farmacia lo compran aquí para que se siga manteniendo y es algo por lo que estoy muy agradecida", confiesa Megido. Para los vecinos es cómodo contar a la puerta de casa y justo a la salida del consultorio médico con una botica en la que poder adquirir sus medicamentos y su titular apunta que, en su caso, para trabajar también prefiere el ambiente de la zona rural. "La gente de los pueblos es agradecida, muy agradable, acogedora y aprecian y valoran muchísimo la labor que desempeñamos", relata.

El trato personal que se crea en la zona rural es algo que fascinó a la boticaria recién llegada y señala que incluso se puede realizar un seguimiento del tratamiento de los pacientes "lo que nos permite tener prácticamente todo lo que nuestros clientes pueden necesitar". Además, subraya el ambiente de ayuda y colaboración que existe que "hace que pasemos a ser todos parte de una gran familia". Recuerda que cuando comenzó en la farmacia un vecino se ofreció para ayudarle ante cualquier problema que tuviese en la carretera en época de nieve. Además, acaba de ser madre y "no pasa un día sin que varios clientes se interesen por mi hija".

Lo peor es la conexión a internet. "Está todo informatizado y muy a menudo tenemos caídas de la conexión lo que hace que hagamos esperar a los clientes más de lo debido, pero ellos siempre nos dan facilidades", apunta. Además de la venta de medicamentos, la farmacia de Gera cuenta con un apartado para parafarmacia y está adecuando un local para dedicarlo a productos de ortopedia, un servicio muy demandado en los pueblos, cada vez más envejecidos.

Un exalcalde detrás del mostrador en Taramundi. Cuenta el exregidor veigueño Juan Antolín Rato que quizás la característica principal de las boticas de pueblo es la familiaridad y cercanía con la que se atiende al cliente. "No tiene nada que ver con las farmacias de las ciudades, aquí conoces a todo el mundo. Hay mucha familiaridad en el trato", precisa este boticario que lleva casi una década al frente del despacho de medicamentos de Taramundi. Aunque tiene calificación de botiquín y como tal depende de una farmacia mayor (en este caso de la que su mujer Marina Díaz regenta en Vegadeo), lo cierto es que el día a día de este establecimiento no es diferente a cualquier otro.

Hay una gama amplia de productos, atención completa y hasta guardias. Influye mucho el hecho de que Taramundi dispone de centro de salud y servicio de urgencias, lo que beneficia a este establecimiento, el único del concejo taramundés. Antolín detecta otra diferencia con las farmacias de núcleos de población más grandes y es la tranquilidad de la gente. "No sé si es una percepción mía pero aquí la gente no tiene prisa, vienen con ganas de contar cosas", incide, al tiempo que defiende como "imprescindible" el servicio que prestan estos equipamientos a los pueblos.

Cabranes resiste en el negocio por veteranía. "Nuestra situación no es tan mala, pero los que empezaron hace pocos años las deben estar pasando canutas". Así resume el farmacéutico de Santolaya de Cabranes, Francisco López-Sela el delicado panorama que presentan actualmente las farmacias rurales por el descenso experimentado por el precio de muchos medicamentos con receta en los últimos años, que asegura soportar por tener su inversión prácticamente amortizada. López-Sela tomó las riendas del establecimiento hace 14 años cuando éste ya llevaba abierto un par de décadas. Todo funcionaba de manera normal hasta que las medidas del gobierno hicieron desplomarse el precio de los fármacos con receta. "Desde 2008 las ventas menguaron entre un 30 y un 40%", señala sin olvidar otros factores que a su juicio son determinantes. "La despoblación también es algo a tener en cuenta en la merma de los ingresos", apunta.

El farmacéutico considera que este mal es "generalizado" y recuerda que la gran mayoría de los medicamentos que vende en su establecimiento son precisamente los que cubre la seguridad social y, por tanto, los que se vieron afectados por los recortes. "Un 90% de la facturación que tenemos corresponde a medicamentos financiados por la administración", asegura.

Del mismo modo, López-Sela advierte que otras medidas como el creciente uso de la receta electrónica amenaza con pasarles factura. "Al no tener la gente que venir al centro de salud por las recetas pasan menos por la farmacia del pueblo y van a otras por los medicamentos", indica al mismo tiempo que cree que los establecimientos urbanos del gremio se ven menos afectados porque "tienen más demanda de otros productos cuyos precios no bajan como pueden ser las aspirinas".

En lo que respecta a las ayudas públicas para farmacias con pocas ventas como es el caso de la de Alles, en el concejo de Peñamellera Alta, Francisco López-Sela recuerda que esta medida lleva muchos aplicándose en España, pero en Asturias no había llegado hasta ahora. "Hasta hace poco no se había puesto en marcha, quizás porque no consideraban que ninguna farmacia cumplía los parámetros para acceder a las ayudas", sostiene el farmacéutico que dice que "por suerte, no es el caso de Santolaya, pese a las dificultades" que existen para todos.

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